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Los últimos ídolos y el paso del tiempo

Vaya por delante que llevo muy mal el paso del tiempo. Los que me conocen lo saben, no me escondo.

Thibaut Pinot anunció hace poco que esta será su última temporada. La dernière dance, el último baile. Peter Sagan lo comunicó justo ayer. Justo cuando estábamos asimilando los efectos de La última bala, y que ya no veremos más a Valverde competir. Unas pocas semanas antes, Roberto Torres anunciaba que dejaba Osasuna porque quería jugar, y se ha ido a Irán. Oier hace unos meses que está en Chipre. Hace 3 años del shock del accidente de Kobe Bryant. Demasiadas cosas.

Thibaut Pinot, el Thibaut bueno (ahí-ahí con un korrikalari de por aquí), tiene solo 32 años. Es del 90, como yo, y por es puede que su anuncio de retirada me afecte un poco más. Es pronto, pero Pinot no parece el típico deportista. Es feliz con sus cabras, es sincero con sus opiniones, como aquel tuit tras el 14º Rolland Garros de Nadal, "Héroes de hoy…" en una polémica en la que también le acompañaría otro ídolo como es Guillaume Martin. A Pinot no le importa llorar delante de las cámaras porque llevaba más de 1000 días sin ganar, con una frustración traumática que recordaba a aquella frase de Messi cuando no ganaba mundiales "lo intenté, es increíble pero no se da". Como Messi ganando por fin su Mundial, Pinot consiguió su victoria. Un ciclista profesional que se queda bajando cuando se juega una victoria, un escalador con un Monumento y un campeonato nacional contra el crono, un tío que estando con el podio prácticamente asegurado (quien sabe si algo más, en 2019 estaba muy fuerte) y se baja del Giro y del Tour a falta de 2 etapas. Landismo con mejor palmarés. Se nos va a cuidar de sus animales.

Y cuidado, me encanta y admiro que sea capaz, tal vez pronto, pero siendo él quien toma la decisión y no al revés, odio la gente que se aferra a lo que ya no puede ser. El cambio es siempre bueno.

Asumo también que soy de ídolos underground, no de ir a lo fácil.

Cuando Torres dijo que se iba, cosa que llevábamos un par de veranos intuyendo, me vino un sentimiento extraño, de abandono. Cuando eres niño, los jugadores de Osasuna son ídolos. Iván Rosado, Aloisi, Pipa Gancedo... Casi nada. Pero poco a poco va pasando el tiempo, y vas entrando chavales que son más y más jóvenes. Alguno de tu edad, que gracia. Y sin darte cuenta, hasta el Chimy, que parece que está bregado en millones de batallas y que ha vivido mil vidas, es más joven que tú. Ni los porteros, que suelen ser mayores, lo son. Y te das cuenta de que ya eres un viejo. 

Con Chimy, David, Unai, Rubén García... voy a la guerra. Me encanta verlos jugar y la manera que tienen de competir me emociona, pero ya no son ídolos. Ojo, para mí. No es peor, es diferente. Ya no están vistos con mis ojos de niño ilusionado, sino con los míos de adulto que bastante tiene con lo suyo. Sigo disfrutando del deporte, y de la vida, igual que entonces, incluso más, pero sin esa pasión inocente y adolescente. El tiempo pasa y este tipo de sucesos te dan pequeños golpes de realidad. Hay quien lo lleva mejor y quien lo lleva peor, en mi caso soy de los que se quitan años y se ha quedado en los 27, como Kurt Cobain o Amy Whinehouse. Como los grandes. 

Valverde, que parecía eterno y una mano tendida para ignorar el paso del tiempo, se nos ha ido después de 20 años y a la Enriqueta yo no me termino de subir. LeBron intenta ayudar, con los 38 recién cumplidos, acaba de meterle 40 puntos al equipo que le faltaba para completar su lista. Les ha metido más de 40 puntos a TODOS los equipos de la NBA. Sigue así por favor, yo a ti te vi jugar estando en el colegio. Ja Morant mola, es muy flashy, pero no es lo mismo. Geraint Thomas es un tío que me cae muy bien, que sin tanto talento como los chavales contra los que compite ahora ha sabido luchar sus victorias y su palmarés es de locos. Este tío ha ganado un Tour. Pero este año le han quitado sus míticas gafas. Nos asomamos al abismo.

Y luego están los que teniendo mi misma edad, fueron los que empezaron a diluir la frontera entre los que eran ídolos o no. La generación Bojan. Un Bojan que hace años que lo tenemos perdido en Japón después de haber dado tumbos por varios equipos sin la magia que parecía tener. Ricky Rubio ya es un veterano de la NBA, de los que fichas como mentor para los chavales nuevos. ¡Pero si tiene sólo 32 años! Y acaba de volver después de su segunda lesión gordísima, de las de un año parado. Peter Sagan, múltiple campeón y con tan pocos fallos que no me generaba la empatía de otros, anuncia que lo deja después de varios años flojos. 

Son días tristes, de melancolía, en los que tiras de tus viejos clásicos y te das cuenta de que en todos los ámbitos es igual. Blink 182 ha vuelto, pero son unos abuelos yendo de punks. Los hermanos Gallagher van cuesta abajo desde que se separó Oasis y su orgullo nos impide una reunión que sería lo mejor que le podría pasar al mundo. El cantante de Greenday tiene a los hijos muy crecidos. Los Red Hot siguen molando muchísimo pero son unos sesentones. El Canto del Loco se separó, y Dani Martín ha anunciado que no va a cantar más en un tiempo. ¿Cuanto hace del último disco bueno de Leiva? Que vuelva Pereza por Dios. Se van los ídolos. 

Queda un último punto de luz antes de que la oscuridad sea total. Mikel Landa es de esos de la generación fronteriza, es un ídolo al que seguir con locura, pero también es un tío con el que me iría a dar una vuelta en bici y luego de cervezas. Y me ganaría a las dos cosas. Que nos dure mucho.

Que Pinot y Sagan tengan una buena última temporada, que los veamos brillar y se vayan por todo lo alto, sin dejar ese regusto de "esta última temporada sobra". Son dos tipos que me caen bien porque saben relativizar, saben que hay vida más allá del ciclismo, que el mundo no se compone de una sola cosa. Disfrutones. Por eso también da tanta pena verlos partir. 

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