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Landismo

 

"Ojo a Landa que se ha ido muy atrás en este grupo. (...) Está cediendo, está cediendo Mikel Landa. (...) Puede ser el final de la lucha por la clasificación general para el corredor alavés..."

Una vez más.

Y te lamentas, y juras sobre tu sofá, confiando en que sea un mal momento pasajero y que ayudado por sus compañeros, que van todos como aviones, consiga enlazar otra vez. Haces como que no ves su cara y sus resoplidos, cada vez que cambian la cámara de los favoritos o de la cabeza esperas verlo llegar a su paso, pero nada. Otra vez las opciones de ganar se quedan en nada. 

Y te acuerdas, del Giro de este año, que venía como un tiro y parecía que esta vez era la buena, pero caída en la 5ª etapa, clavícula rota y adiós. 

Del Tour 2019, con un Nairo que "no tenía fuerzas" y no pudo (quiso) trabajar para Mikel. O del "puto Yates, que es retrasado" en aquel Giro 2019 que nos acabó birlando Carapaz y encima el bueno de Landa se alegró por su compañero (que no se habría alegrado por el). 

El Tour 2017, en el que al más puro estilo Sky el gregario parecía estar mejor que el líder pero tuvo que trabajar para el nº1. Un segundo ¡¡¡un segundo!!! le dejó sin podio.

El Giro 2015, cuando le frenaron para trabajar para Aru y hacer doblete juntos en el podio. Después de esas dos exhibiciones seguidas... ¿Dónde habría llegado? Nunca lo sabremos. 

Y entre medias un sinfín de accidentes, caídas o golpes de mala suerte. 

¿Entonces? ¿Por qué existe una corriente de pensamiento, de afición, llamada Landismo? ¿Qué hace que haya tanta gente ilusionada con un tío que no ha ganado prácticamente nada en los últimos años? 

Y piensas, es fácil admirar a Pogacar, niño prodigio y futuro Caníbal. Alucinar con las barbaridades de van der Poel, disfrutar con las exhibiciones geniales de van Aert. Respetar y desear lo mejor siempre a un tipo como Roglic, elegante y caballero en la victoria y en la derrota, siempre buscando espectáculo. Incluso ir a muerte con Más, la gran esperanza nacional, que parece más sólido y corre en el equipo de casa. Enric Más es la opción lógica en la que poner nuestras ilusiones. Y bueno, todo lo que acabo de comentar no es incompatible, son pensamientos que más allá de filias y fobias todos tenemos. Esto es ciclismo, todavía hay deportividad y estamos lejos de hooliganismos. 

Pero Landa es emoción, es que un ataque agarrado abajo te haga levantar del sofá. Que el comentarista de Eurosport en inglés grite "Landismo is alive!". Que menee la carrera cuando parece que no toca con ataques que no llegan a nada. Que le veamos llegar a la salida a 3 segundos de que el tiempo se cumpla. Que cada nueva carrera estemos ilusionados porque esta vez sí. 

Al final lo que nos mueve en la vida no es otra cosa que los sentimientos. Leemos libros, escuchamos música, vemos películas que nos van a hacer emocionarnos. Que despiertan algo dentro de nosotros que no nos dejan impasibles. Sé que el Barcelona o el Real Madrid son los equipos con más facilidad para ganar, pero prefiero sufrir e ilusionarme con cada partido de Osasuna. Queremos ilusión. La empatía que te genera un tío que sabes que no parece un galáctico como otros, pero se lo curra para estar ahí. Un tío normal, llano, del pueblo, que lo ves y podría ser tu colega con el que echas cervezas o sales a dar una vuelta con la bici siendo dos buenos globeros. Y ojo, porque hacer lo que ha hecho él no lo ha conseguido la gran mayoría de ciclistas que han sido alguna vez profesionales. 

Probablemente Landa está viviendo de las rentas porque hace ya un tiempo que no consigue resultados que avalen las expectativas que hay sobre él (y que van claramente en su contra) pero tampoco es un matao


Mikel entra en meta a 4 minutos y ya te planteas, cuidado, este ya avisó que la primera semana le iba a costar. Se viene exhibición en los Lagos. Y si no, en el Gamoniteiro. Donde sea. El Landismo es esperanza. 

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